El acoso escolar, también conocido como bullying, es una problemática que atraviesa silenciosamente las aulas y patios de las escuelas. A menudo, los padres se enfrentan a una difícil pregunta: ¿mi hijo está siendo acosado… o es él quien acosa? Reconocer las señales a tiempo puede marcar la diferencia entre prevenir un daño profundo o lamentar sus consecuencias.
Señales de alerta: cuando el silencio habla
Los niños y adolescentes no siempre expresan abiertamente lo que les ocurre. Por eso, es fundamental estar atentos a ciertos cambios en su comportamiento:
- Si es víctima:
- Cambios bruscos de humor o retraimiento
- Evita ir a la escuela o inventa excusas para faltar
- Pérdida de objetos personales o dinero sin explicación
- Trastornos del sueño o alimentación
- Lesiones físicas que no puede justificar
- Si es agresor:
- Actitudes despectivas hacia otros compañeros
- Falta de empatía o justificación de conductas violentas
- Exceso de confianza o necesidad de dominar
- Problemas de disciplina o llamados de atención frecuentes
- Se rodea de grupos que ejercen presión o exclusión
El diálogo como herramienta clave
“Habla con tu hijo, siempre. Sea víctima o victimario, es mejor prevenir que lamentar.” Esta frase resume el enfoque que recomiendan especialistas en salud mental y educación. La comunicación abierta, sin juicios ni castigos inmediatos, permite que los chicos se sientan seguros para contar lo que viven o lo que hacen.
Cómo ayudar desde casa
- Escuchar sin interrumpir ni minimizar lo que cuenta
- Validar sus emociones, incluso si no se entienden del todo
- Consultar con docentes, orientadores o profesionales si hay sospechas
- Fomentar valores como el respeto, la empatía y la solidaridad
- Supervisar el uso de redes sociales y espacios digitales
Una responsabilidad compartida
El acoso escolar no es solo un problema entre estudiantes. Es una señal de alerta sobre cómo se construyen los vínculos, cómo se gestiona la frustración y qué modelos de convivencia se están transmitiendo. Padres, docentes y comunidad educativa deben trabajar juntos para erradicarlo.
Detectar, escuchar, actuar. Porque detrás de cada historia de bullying hay una oportunidad de cambiar el rumbo.
Redacción Aljaba Comunicación
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