Un sismo que marcó un antes y un después en la historia de la provincia, dejando huellas imborrables y enseñanzas para el futuro.
A 40 años del terremoto que sacudió a Mendoza, la provincia aún lleva las marcas de aquella madrugada del 26 de enero de 1985. Un sismo de magnitud 6,3 en la escala de Richter y una intensidad de VII en la escala de Mercalli Modificada dejó a su paso destrucción, dolor y una profunda transformación.
El epicentro se ubicó en la falla de Barrancas, en Maipú, y las consecuencias fueron devastadoras. Más de 12.000 viviendas quedaron destruidas, el hospital El Carmen sufrió daños estructurales y seis personas perdieron la vida. Las imágenes de edificios derrumbados, calles llenas de escombros y vecinos desesperados quedaron grabadas en la memoria de los mendocinos.
Un antes y un después
El terremoto de 1985 expuso las vulnerabilidades de una ciudad no preparada para enfrentar un evento de tal magnitud. La mayoría de las construcciones no cumplían con las normas sísmicas, lo que agravó los daños. Sin embargo, esta tragedia también sirvió como un llamado de atención para repensar la forma de construir y vivir en una zona sísmicamente activa.
A partir de ese momento, Mendoza comenzó a implementar nuevas normas de construcción y a fortalecer los sistemas de alerta temprana. La provincia se convirtió en un referente a nivel nacional en materia de prevención sísmica.
Lecciones aprendidas
El terremoto de 1985 dejó importantes lecciones que han marcado el camino a seguir:
*La importancia de la prevención: La inversión en infraestructura sismorresistente y la educación de la población son fundamentales para reducir el impacto de futuros eventos.
*La necesidad de una planificación urbana adecuada: El ordenamiento territorial y la zonificación de riesgos son herramientas clave para evitar la construcción en zonas peligrosas.
*La solidaridad y la resiliencia de los mendocinos: La comunidad demostró una gran capacidad de respuesta y solidaridad frente a la adversidad.
Recordar para no olvidar
A 40 años del terremoto, es fundamental recordar este hecho histórico para honrar a las víctimas y para no repetir los errores del pasado. La prevención sísmica es una tarea constante que requiere el compromiso de todos los actores sociales.
El terremoto de 1985 dejó una huella profunda en Mendoza, pero también sirvió como un punto de inflexión para construir una ciudad más segura y resiliente. Al recordar este evento, reafirmamos nuestro compromiso con la prevención y la protección de la vida humana.
Redacción Aljaba Comunicación
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