El secado de hierbas es una práctica milenaria que permite conservar el aroma y las propiedades de estas plantas para su uso a lo largo del tiempo. Tradicionalmente, este proceso se ha realizado al aire libre, aprovechando la calidez y la sequedad del ambiente para deshidratar las hierbas de manera natural.
El método más común consiste en agrupar los tallos de las hierbas y atarlos con un cordel o una goma elástica, para luego colgarlos boca abajo en un lugar que sea cálido y seco. Esta posición invertida facilita que la humedad contenida en las hojas fluya hacia abajo y se evapore, acelerando el secado.
Para aquellos que se dedican al secado de hierbas de manera más intensiva, las rejillas de secado son una herramienta muy útil. Estas permiten distribuir las hierbas de manera uniforme y favorecen la circulación del aire entre ellas. Sin embargo, para quienes realizan esta actividad ocasionalmente, es posible improvisar con elementos cotidianos como perchas, clavos o barras de cortina.
En algunos casos, se prefiere extender las hierbas sobre bandejas planas, como las de galletas o pizza, especialmente cuando se trata de flores o hojas sueltas. Esta técnica es también aplicable para el secado de semillas, donde se recomienda colocar una bolsa de papel sobre los tallos atados para recoger las semillas que caen de las vainas secas.
El tiempo de secado varía según la especie de la planta y su contenido de humedad, pudiendo oscilar desde unos pocos días hasta tres semanas. Plantas como el romero, que retienen más humedad, pueden requerir que las hojas se separen de los tallos y se dispongan en una rejilla para un secado más eficiente.
En la era moderna, el uso de deshidratadores ha facilitado este proceso, permitiendo un control preciso de la temperatura y una distribución uniforme del aire caliente gracias a un ventilador incorporado. Es crucial utilizar la temperatura más baja posible para evitar dañar las hierbas y monitorear constantemente para prevenir un secado excesivo.
Una vez que las hierbas están completamente secas, se procede a separar las hojas de los tallos. Para las hojas pequeñas, esto se puede hacer pellizcando el tallo, mientras que las hojas más grandes y los tallos gruesos pueden requerir el uso de tijeras.
El almacenamiento final de las hierbas secas es un paso importante para preservar su calidad. Se recomienda utilizar tarros de cristal con cierre hermético, lo que asegura que las hierbas mantengan su frescura y propiedades hasta su uso.
El secado de hierbas es una técnica sencilla pero esencial para cualquier amante de la cocina o la herbolaria, permitiendo disfrutar de los beneficios y sabores de las hierbas durante todo el año.
Redaccion Aljaba Comunicacion
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